"Nací en la tierra de don Quijote en junio del año 1913. Mis primeros recuerdos: no había luz eléctrica, en casa se alumbraban con un candil y con velas. Recuerdo que molían el trigo en el único molino que aun funcionaba movido por la fuerza del viento. Conocí los primeros automóviles, motocicletas y receptores de radio, éstos funcionaban con baterías de pilas. Al poco tiempo pusieron la luz eléctrica en las casas y unas bombillas en cada esquina de las calles como alumbrado eléctrico. Ya un poco mayor, instalaron el teléfono.
También recuerdo que en mi pueblo ya existía el telégrafo, me pasé muchas horas mirando por la ventana cómo el telegrafista manejaba el manipulador para transmitir los mensajes. Me gustaba ver y oír aquel movimiento del manipulador con sus ruidos de "tic" como punto y "Tiicc" como raya. Al telegrafista le llamaba la atención que yo estuviese mirando tantas veces su trabajo y me preguntó si me gustaría aprender a transmitir por sistema morse. Le dije que sí y él me entregó un papel con el abecedario morse. Aquí empezó mi afición a la comunicación electrónica. Mi hermano mayor me construyó un rústico manipulador que reproducía bien el "tic" de los originales y con éste aprendí a recibir de oído los mensajes telegráficos. En el servicio militar me fue muy bien el haber aprendido morse, cuando hacíamos maniobras yo era el telegrafista; en ese caso usábamos banderas, el punto era con la bandera vertical y la raya en posición horizontal. Acabada nuestra guerra, una vez ya casado, hice un cursillo de radio teórico-práctico, me construí un aparato de radio receptor y en onda corta oía a los primeros radio aficionados del mundo entero, me pasé muchas horas escuchando aquellas conversaciones radiofónicas. Me daba envidia, pero en aquella época era difícil adquirir un receptor-emisor y más difícil aun obtener permiso para emitir. Han pasado muchos años y la ciencia ha dado pasos de gigante desde entonces. Ya de mayor mis hijos me instalaron un ordenador, empecé muy contento, como los niños cuando les regalan un juguete nuevo. Lo primero que se me ocurrió fue escribir mis memorias. Cuando ya tenía bastantes páginas escritas pensé en ilustrarlas, por ejemplo, con las fotografías de mis padres y mis hermanos, para lo cual me instalaron un scaner, que me ha sido de mucha utilidad.
Cuando estaba próximo mi 84º aniversario, mi hija un día me regalo un modem, diciendo "te lo he comprado como regalo de cumpleaños; ya sé que aun te falta más de un mes para cumplir años, pero he pensado que te vas a divertir mucho con él". Así ha sido. Jamás hubiera imaginado que yo podría navegar por todo el mundo con Internet y disponer de un correo electrónico, me paso muchas horas tras la pantalla.
Es verdad que se ha notado en los recibos de Telefónica, pero pienso que hay personas que gastan mucho más en cigarrillos que además no son buenos para la salud. Lo que he notado es que los días me van pasando volando, pero yo no me aburro ni me da tiempo en pensar que ya estoy llegando al final. Sé que la vida es como una vela que arde y va consumiéndose al arder la cera. La mía ya hace muchos años que se va consumiendo y sé que casi no queda nada, aunque espero que la poca que queda se consuma lentamente para yo poder disfrutar de todos estos adelantos de la ciencia."
"Cosas de mi vida (Cómo me lancé al ciberespacio con 84 años)"
Salustiano Piqueras, Agosto de 1997
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Te recordaré siempre.
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